Powered By Blogger

martes, 1 de junio de 2010

Mito y realidad de los vampiros




No existe un personaje tan seductor y fascinante en el mundo de la noche como el vampiro. De todos los mitos y leyendas de que se nutren los relatos de misterio, es el vampiro, el que más fantasías -y realidades- ha desatado a lo largo de la historia. Solitario, inmortal, despiadado, romántico, sensual, y adicto a la sangre, el no-muerto, de una u otra manera, es un mito que persiste en el folclore de casi todas las culturas. Pero entre todos los vampiros del mundo, sin duda uno es el rey incuestionable; el Príncipe de la Tinieblas… Drácula.
El verano pasado se cumplía el primer siglo de existencia de Drácula… el Drácula de Bram Stoker. Sin embargo el otro Drácula, el verdadero, es mucho más antiguo…

En 1897 se publicaba la obra cumbre del novelista y esoterista Bram Stoker: Drácula. En ella el genial literato utilizaba las viejas leyendas europeas sobre los vampiros, fundiéndolas en torno a un personaje histórico real; el príncipe Vlad Draculea o Vlad Tepes, pariendo así al tan inmortal como ficticio Conde Drácula.

Vlad Tepes, el verdadero Drácula, nació en la ciudad rumana de Sighsoara, en 1431. Su padre, soberano de Valaquia, fue armado caballero en la orden del Dragón, y se ganó el sobrenombre de ´Dracul´, que en romano significa Diablo. Vlad heredó el rango de su padre, que era llamado Vlad Dracul, y pasó a llamarse Vlad Draculea (´hijo de Dracul´), aunque ha pasado a la historia con otro nombre: Vlad Tepes; que significa Vlad El Empalador. El origen de ese sobrenombre se encuentra en la cruel afición del príncipe Vlad a empalar a sus víctimas. De hecho, según los cronistas, Vlad Tepes disfrutaba ofreciendo auténticos banquetes a sus invitados, rodeados de cientos de hombres y mujeres cruelmente empalados. Cuentan que en una ocasión uno de sus invitados, ante el hedor que desprendían los cadáveres atravesados por largos maderos, protestó ante el anfitrión, alegando que no podía comer con aquella peste. Inmediatamente Vlad ´el hijo del Diablo´ ordenó que su invitado fuese empalado en el palo más alto, para que pudiese disfrutar de aire puro por encima de todos los demás empalados…

No ha de extrañarnos pues el terror que despertaba Vlad Tepes a sus conciudadanos. Todavía hoy, en la ciudad de Tirgoviste, se erige la terrible Torre de Drácula. Según la tradición, desde aquella torre Vlad Tepes vigilaba una jarra de oro que había dejado en una fuente del pueblo para que los viajeros pudiesen beber agua. Jamás nadie se atrevió a robar la valiosa jarra, por terror al tormento que sabían estaba destinado a los ladrones en el reinado de Tepes. Y cada mañana en que ´el hijo del Diablo´ subía a la torre para vigilar sus tierras, podía ver la valiosa jarra en su lugar, sin que nadie sintiese la mínima tentación de robarla. Una estatua del temible príncipe transilvano, ha sido erigida en el mismo lugar en que antes se encontraba la jarra de oro.
Aunque educado en el cristianismo ortodoxo, Vlad Tepes hacía gala de unas costumbres poco cristianas, como mojar pan en la sangre de sus víctimas empaladas que degustaba con placer. Ante cosas como esa Bram Stoker no pudo evitar la tentación de convertir al temible noble rumano, en su fantástico Conde Drácula.

Hoy, el Castillo de Drácula en Bran, muy cerca de Brasov, se ha convertido en la meca a la que peregrinan todos los aficionados al vampirismo y a la upirología del mundo. Sus torres, murallas y mazmorras, fueron testigo de la crueldad sin par del sanguinario Vlad Draculea, que aterrorizó a todo un pueblo desde ese fascinante castillo, erigido en la mismísima frontera entre Vlaquia y Transilvania.

La novela de Stoker ha condicionado enormemente las leyendas sobre el vampirismo que han llegado hasta nosotros. Independientemente de las tradiciones populares sobre los bebedores de sangre y no-muertos de las tradiciones egipcias, hindús, centro-europeas, etc, las noticias que actualmente se producen en el mundo en relación al mundo de los vampiros, así como los crímenes, investigaciones policiales, e investigaciones paranormales, tienen más que ver con el Drácula de Stoker, que con los upiros o vrucolacos de las tradiciones populares. Como muestra un botón…


Los vampiros de Highgate
A pocos kilómetros de Londres se alza al fascinante cementerio de Highgate, un cementerio con un significado especial en el mundo de los ´vampiros´. En él se inspiró Bram Stoker para ubicar las andanzas del célebre Conde rumano en Inglaterra. A este respecto escribe Jean-Paul Bourre: ´El vampirismo existe realmente, como un poder en estado puro, un diamante negro incorruptible que jamás podrán vencer ni los hombres ni la muerte. Bram Stoker tenía conocimiento de esta raza de inmortales que se llaman ´vampiros´… Una vez más no es casualidad que Stoker haga que sus vampiresas se desplacen hasta la landa de Hamstead, ni el conde Drácula, amo y señor de la noche, se instale en Carfax, en una antigua casa en el norte de Londres, muy cerca de Hampstead, donde el autor sitúa el cementerio en el que descansa Lucy Westenra… Hoy por hoy, ese cementerio existe todavía, lindando con Hampstead, en las colinas de Highgate, al norte de Londres.´

Cierto es que el escritor Bram Stoker pertenecía a una famosa sociedad ocultista; la Golden Dawn, y los ocultistas -como Bourre- pretenden que Stoker conocía la existencia de vampiros en Highgate (?), y por eso eligió ese cementerio para ubicar las andanzas de Drácula en Inglaterra. Sin embargo es más probable que sea al revés, es decir, que los aficionados a los vampiros hayan acudido a Highgate porque ese es el cementerio del ficticio Drácula. El verdadero nunca salió de Rumanía… que sepamos.


Al margen de conjeturas, los hechos son que entre 1970 y 1974 los testimonios sobre un ´vampiro´ en Highgate se amontonaron. Y no solo testimonios orales. El 7 de marzo de 1970 tres escolares de Highgate descubrieron el cadáver decapitado de una mujer que había sido enterrada en 1926.

Varias televisiones británicas, como la Thames TV, o la BBC contribuyeron a extender el mito del ´Vampiro de Highgate, y no es de extrañar que llegasen a organizarse auténticas ´cacerías de vampiros´, como la organizada el 13 de marzo de 1970. Esa noche docenas de curiosos y ocultistas, bajo la atenta vigilancia policial que no pudo evitar la invasión del cementerio, asaltaron Highgate en busca del vampiro. La ´cacería´ estaba alentada por un curioso personaje, Sean Manchester.

Nacido hacia 1950 el ´cazavampiros´ Sean Manchester se ufana de ser descendiente directo de Lord Byron, y ¡de haber matado treinta vampiros!. En una entrevista concedida en 1990 a la agencia Radial Press, Manchester declaraba que ´primero les clavó la estaca en el corazón, después les cortó la cabeza y por último quemó los restos´.
Puede sonar a delirio, y posiblemente así es, pero en 1985 Manchester describía en una entrevista con Jean-Paul Bourre cómo había ejecutado a uno de esos treinta vampiros. En 1970 Manchester contactó con Elisabeth Wojdila, e interpretó que su supuesta anemia, y sus trances sonambúlicos eran un indicio evidente de que había sido contaminada por el ´Vampiro de Highgate´, así que decidió acudir con ella al cementerio, intentando localizar la tumba en la que se ocultaba el ´no muerto´. Ciertamente la joven se detuvo ante un panteón, donde Manchester localizó varios ataúdes, y en ello un cuerpo ´ni muerto, ni vivo, sino otra cosa´. Armado de estaca, crucifijos, velas y agua bendita, como si de un Dr. Van Helsing moderno se tratase, Manchester procedió a ´exorcizar´ a la Bestia…

Sorprendentemente la policía británica nunca ha podido obtener pruebas para procesar a Manchester, pero si las obtuvo en el caso de su ´colega´ y paisano David Farrant. Las batidas, y ¿psicosis? sobre el ´Vampiro de Highgate´ continuaron desde 1970, y en otoño de 1974 un joven ocultista de 28 años, David Farrant comenzó a dirigir nuevas ´cacerías de vampiros´, y rituales mágicos en el famoso cementerio. Pero esta vez todo el peso de la Ley cayó sobre el ´cazavampiros´. Más de un centenar de ´cazavampiros´ siguieron a Farrant al cementerio, en busca del no-muerto de más de dos metros que algunos afirmaban haber visto de nuevo. Naturalmente ignoraban que M. Sean Manchester ya nos había librado de la criatura del Averno cuatro años antes… de saberlo -y creerlo- se habría evitado la carnicería que se montó en Highgate en estas nuevas batidas.


Durante el proceso, que levantó gran expectación, el jurado tuvo que escuchar el relato de jóvenes que bailaban desnudas sobre las tumbas para invocar al vampiro, como se habían clavado estacas de hierro y madera en cuerpos mutilados, después de saquear las tumbas (posteriormente los sepultureros tuvieron la triste labor de devolver los restos a las tumbas, con toda la discreción posible para evitar el trauma a los familiares de los cadáveres profanados). Un arquitecto que había estacionado su coche junto la verja del cementerio se encontró al volver con un cuerpo sin cabeza apoyado en el volante. En la casa de Farrant se descubrieron fotos de una muchacha desnuda sobre una tumba, y cuando uno de los inspectores de policía visitó a uno de los testigos del juicio en su domicilio, se encontró ´sal en las ventanas del dormitorio y en la puerta, y una gran cruz de madera bajo su almohadón´. También se filtró a la prensa que algunos testigos del fiscal, que iban a declarar contra Farrant, recibieron muñecos ´vudú´ con agujas atravesándoles el pecho. Farrant fue condenado a cuatro años y ocho meses de prisión por los delitos de profanación, mutilación de cadáveres y tenencia ilícita de armas.


En España también
Entre 1985 y 1990, por ejemplo, fueron denunciados en comisarías españolas supuestos casos de vampiros observados en cementerios valencianos y gallegos.

En la Comisaría de la Policía Municipal de Puzol (Valencia), el Jefe de Policía D. Vicente J. redactó personalmente, en febrero de 1985 algunas de las actas de declaración, sobre apariciones de supuestos vampiros en España. En realidad los documentos policiales redactados en Puzol están directamente relacionados con otros testimonios casi idénticos recogidos por la policía y los ayuntamientos de otras poblaciones valencianas pocos días antes. Los primeros casos se detectaron en el mes de enero y en la población de Villamarchante -de unos seis mil habitantes-, cuando varios niños que salían de catequesis llegaron a sus casas muy asustados, diciendo que habían visto a ´Drácula´. Nadie hizo caso de la queja infantil, y la cosa quedó como asunto de niños, pero al día siguiente, varias mujeres comentaron en las tiendas del pueblo haber visto también a ´Drácula´. A partir de ahí surgieron todo tipo de especulaciones y rumores, cada vez más exagerados y diversos, hasta el extremo de convertir al vampiro en una figura popular en la comarca del Camp de Turia, donde está localizado Villamarchante. El alcalde del pueblo, Eusebio Civera, afirmó entonces que ´todo debe ser obra de algún gracioso con ganas de hacerse famoso en el pueblo´. Tanto la Guardia Civil como la Policía Municipal realizaron sendas pesquisas. Numerosos vecinos afirmaban haber visto a un extraño individuo, de tez muy pálida, alto, y vestido con un especie de larga capa, merodeando por los cementerios.
Poco después comenzaron a producirse testimonios en otras localidades, y así, pocos días después, la Policía Municipal de Puzol tomaba declaración a Juan Carlos Yuste y Angel Juste. Ambos, jóvenes vecinos de la villa, declaraban en la comisaría: ´haber visto al vampiro en el cementerio de la localidad, el pasado miércoles 23 de enero, cuando jugaban en los alrededores tras sus clases en el centro de F.P. del que son alumnos. El ser que divisaron, a unos veinte metros de distancia surgió de las puertas del cementerio, que estaban abiertas, y se acercó a ellos´. Además, los testigos facilitaron una completa descripción física del individuo: ´Era muy alto, casi dos metros. Iba vestido de negro, con una capa, sin sombrero y tenía el pelo moreno con canas. Tenía la cara llena de arrugas y los ojos de un color mate´. Juan Carlos Yuste, además, aseguraba que el individuo tenía sangre en la comisura de los labios, y que les persiguió jadeando y andando extrañamente, con las piernas muy abiertas, hasta las cercanías de los colegios Jaime I y Luis Vives. A pesar de las vigilancias y controles policiales no fue posible capturar al vampiro de Villamarchante, que desapareció tan misteriosamente como había aparecido. Casi al mismo tiempo, en varias comisarías gallegas, se producían denuncias similares. Al parecer los herederos de Drácula se han asentado ya en los camposantos españoles… Tenga cuidado si esta noche acude a velar a sus muertos…


Víctimas de la creencia en los vampiros
En enero de 1973 John Pye, un joven oficial de la Brigada de Homicidios de la policía británica, acudió al número 3 de la urbanización ´The Villes´, en Stokeon-Trent, en lo que parecía un caso rutinario. El cadáver de un hombre había aparecido en extrañas circunstancias.
Al llegar a la casa del fallecido, descubrió que el hombre sentía tal terror por la luz eléctrica que no utilizaba bombillas en su casa. La habitación de fallecido estaba sumida en la más absoluta oscuridad, así que tuvo que realizar la inspección ocular utilizando una linterna. A medida que el policía escrutaba cada rincón de la habitación se sumía en el mayor asombro. En su ´Diligencia de Inspección Ocular´ reseñó los extraños elementos que encontró entorno al cadáver; había sal esparcida por la habitación y sobre las mantas, junto a la cara del cadáver se hallaba una bolsa de sal y entre las piernas otra, el hombre había mezclado sal con su orina en diversos recipientes, y fuera, en el alféizar de la ventana, se veía un cuenco invertido que cubría una mezcla de excrementos humanos y ajo…

El cadáver encontrado pertenecía a Demetrious Myiciura, un inmigrante polaco, que 25 años antes había dejado su país para instalarse como ceramista en Inglaterra, instalándose en el corazón de la región ceramista de Stokeon-Trent. Según el informe forense, Myiciura se había asfixiado con una cebolla en vinagre; el Juez de Instrucción consideró el caso como ´inusual´, a pesar de que existían precedentes de ´personas que tragando la comida sin masticar se asfixiasen´. Sin embargo el joven policía John Pye, había continuado investigando. El aspecto de la habitación, que parecía una ´fortaleza contra vampiros´ le llevó a consultar bibliografía sobre el tema, y en un excelente tratado de Antonhy Masters titulado ´Natural History of de Vampire´ -editado en Inglaterra un año antes-, Pye encontró la confirmación a sus sospechas: sal y ajo son los repelentes tradicionales de los vampiros, y la mezcla en el alféizar de la ventana de Myiciura debía atraer a los vampiros, que luego se envenenaría con el ajo. Cuando el policía puso al juez al corriente de sus descubrimientos bibliográficos, el magistrado ordenó un nuevo examen de la supuesta cebolla en vinagre, descubriendo así que en realidad se trataba de un diente de ajo. Como medida final para ahuyentar a los vampiros, el pobre y supersticioso ceramista se había acostado con un diente de ajo en la boca, y el ajo le había causado la muerte por asfixia. Su creencia en los vampiros había costado la vida al ceramista polaco, proveniente de una zona europea donde la creencia en los vampiros ha causado casos aún más dramáticos.

En marzo de 1988 Marica Stankovic, una joven yugoslava de la ciudad de Nis, ciudad casi fronteriza con Rumania, murió a manos de su propia madre y de su hermana menor, quienes le atravesaron el corazón con una horquilla de estercolero. Para rematar la faena su madre acudió a la ferretería del pueblo y compró la estaca de madera más grande que tenían, con la que atravesó el corazón de su hija que, según declaró a la policía, era un vampiro. Por desgracia no solo en torno a Rumania se han dado esos casos. Poco después en Santiago de Chile, la policía detenía a Bernardo Salamanca, pastor de la iglesia Ejercito Evangélico de Chile, de veinte años de edad. Salamanca atravesó el corazón de su sobrino Hernán Edgardo Cofré, con una estaca de madera de 20 centímetros que el mismo había confeccionado. El niño era epiléptico, pero su tío, fanatizado por su fe, interpretó sus ataques como los síntomas de una posesión.


La ‘reencarnación’ de Drácula en España
Rafael Angel Pintos Méndez nació en 1965 en la misteriosa Galicia, pero prefiere que lo llamen por su nombre mágico: Vladimir Bathory Basarab. Según afirma Pintos, es la reencarnación de Vlad Tepes ´El Empalador´, el célebre noble rumano Conde Dracul, que inspiró a Brad Stoker la novela ´Dracula´, y escogió Galicia para reencarnase ´por el fuerte culto a la muerte que manifiesta la cultura rural gallega´ (?).

Desde niño, según ha confirmado su profesor de EGB, don Pablo, ya tenía un comportamiento extraño, siendo un niño absolutamente introvertido. A los 17 años, viendo una película de Christopher Lee (poco imaginaba el adolescente Rafael que terminaría compartiendo plató de TV con el legendario actor), tuvo una especie de ´revelación´, y se hizo consciente de su naturaleza vampírica. A partir de entonces vivió un proceso de aún más acentuada introversión. Se sentía incomprendido -aún lo es- y comenzó a frecuentar cementerios y camposantos aprovechando la soledad nocturna. ´En los cementerios -me diría- me siento revivir. Para mí, meterme en una tumba o en un nicho es como volver a casa…´.

Después llegaron sus visitas al matadero. Con un copón especial pedía permiso para beber la sangre de los animales sacrificados, y comenzó a correr, de boca a boca, la existencia de tan pintoresco personaje en Poio. Sus visitas a los cementerios y al matadero lo han convertido, con los años, en un personaje muy popular. Ha sido entrevistado por docenas de revistas y periódicos, e incluso fue portada de la revista esotérica ‘Ritos’ en su número 10 (octubre 1992).
Actualmente es un personaje muy famoso en Pontevedra. Es fácil verlo, destaca de la masa. Su forma de vestir, como un dandy romántico de finales de siglo XIX, con bastón, chistera o capa, llama la atención. Sobretodo de los indeseables. Al menos en tres ocasiones bandas de gamberros lo han hecho blanco de su violencia, y ha recibido terribles palizas, solo por el delito de ser consecuente con sus creencias. Pero, pese a las burlas y la incomprensión de sus vecinos, y a las palizas de los gamberros, Rafael Pintos continúa viviendo su fe.


Vampiros versus asesinos en serie
Existe un tipo de vampiro, en tanto asesina para beber sangre humana, que no suelen citar los upirólogos: los fascinantes ´serial killers´.

En la sede central del F.B.I. en EEUU, se custodia el mejor archivo sobre asesinos en serie del mundo. Y entre los nombres de algunos de esos ´Stars´ del crimen, destacan los de satanistas como Richard Ramírez, Charles Manson o ´El Hijo de Sam´. Esos asesinos cometieron numerosos crímenes bajo la influencia de un culto satánico. Otros casos, como el legendario ´Asesino del Zodíaco´ (quien se atribuía 37 víctimas) que trajo de cabeza al Departamento de Policía de San Francisco entre 1969 y 1974, y jamás fue capturado, presentan una clara componente esotérica. Sin embargo, en la historia de la criminología también se contemplan los casos de dementes visionarios que, como si de verdaderos vampiros se tratase, cometieron infinidad de asesinatos, bebiendo la sangre de sus víctimas o devorando sus cuerpos.

Obviaré casos tan célebre como Gilles de Rais, Elisabeth Bathory, Vicent Verzeni o el Sargento Bertrand, por existir sobrada bibliografía al respecto, y ser casos demasiado antiguos. Me limitaré a recordar algunos de los más célebres ´vampiros en serie´ procesados judicialmente en el siglo XX.

Georg Karl Grossman: Fue detenido en agosto de 1921, cuando un vecino escuchó los gritos de una joven y llamó a la policía, siendo Grossman sorprendido mientras se bebía la sangre de su última víctima. Los analistas de la policía identificaron los restos de al menos tres mujeres asesinadas en las tres semanas anteriores a la detención, pero se encontraron docenas de prendas de ropa y efectos femeninos en el apartamento. Es imposible calcular cuantas fueron las víctimas exactas de Grossman. Los cálculos más aceptados por los criminalistas hablan de unas cincuenta.

El Vampiro de Hannover: El caso Fritz Haarmann parece una réplica del caso Grossmann, tan cercano en el espacio y en el tiempo. Haarmann elegía a sus víctimas en la estación de ferrocarril de Hannover. Principalmente niños o jóvenes que habían huido de casa, o llegaban a la capital en busca de trabajo. Haarmann fue declarado culpable de 27 asesinatos de muchachos, de entre doce y dieciocho años. Sin embargo, el asesino llegó a decir que ´podrían haber sido unos 40´. Los mataba, bebía su sangre y comía parte del cuerpo.

El Vampiro de Düsseldorf: Durante el proceso, iniciado el 13 de abril de 1931, los magistrados tuvieron que soportar la gélida descripción que Peter Kürten hizo de sus crímenes: ´Necesitaba sangre como ustedes necesitan alcohol´. Confesó con todo detalle como asesinaba a sus víctimas, algunas niñas de solo cinco años, usando un martillo, tijeras, etc., y destrozando absolutamente los cadáveres. Decía que Jack el Destripador era su ídolo…

Albert Fish: Cuando fue detenido, la policía encontró muchos recortes de prensa referentes al caso Haarmann en el apartamento de Albert Fish. Recortes que fueron utilizados como prueba durante el juicio que se inició en el Tribunal de White Plains el 12 de marzo de 1935.
Definido por la prensa como ´el criminal mas repulsivo de todos los tiempo´, Fish es un buen ejemplo de ´asesino místico´. Según sus allegados, se proclamaba la reencarnación de Cristo y ´el instrumento de Dios contra la Humanidad´, algo que repitió durante el juicio. ´Beber su sangre -declaró- me producía verdaderos arrebatos de éxtasis sexual´.

Florencio Fernández: El 14 de febrero de 1960, y tras pintoresca operación policial se detuvo al vampiro argentino. Hacía semanas que varias jóvenes estaban siendo atacadas por un individuo que, en la oscuridad nocturna, penetraba en el interior de los domicilios de sus víctimas, aprovechando que se acostaban con las ventanas abiertas a causa del calor reinante en esas fechas. Una vez dentro de la casa, se abalanzaba sobre ellas mientras dormían, sujetándolas a la cama y mordiendo profundamente sus gargantas para beber su sangre.

Marcelo Costa De Andrade: El año 1992 entró salpicado de sangre para la prensa del Brasil. ´Bebía su sangre para mantenerme joven y guapo´; con tan insólita declaración el brasileño de 25 años Marcelo Costa de Andrade pretendía justificar sus brutales crímenes. Captaba a los niños en las zonas marginales de Río, y los convencía para que le acompañases ofreciéndoles comida, golosinas o dinero. Los mataba a golpes y los violaba, dejando bandejas con comida al lado de los cadáveres. Después compraba los periódicos para ver si los cuerpos habían sido hallados.

Filita Malisha: El 23 de marzo de 1995 una anciana de 60 años oriunda de Solwezi (Zambia) se personó por propia voluntad en la comisaría de policía para confesar que había asesinado a siete de sus hijos. Según declaró Filita Malisha, había asesinado a sus hijos a lo largo de varios años, en rituales de magia negra que había aprendido de su madre. Y tras asesinarlos, bebía su sangre y comía parte de los cadáveres.

Y esta historia podría continuar…


Hasta nuestros tiempos

No hay comentarios:

Publicar un comentario