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martes, 1 de junio de 2010

Los Berserkers





Europa ha tenido sus propias sociedades secretas de guerreros lobo. De entre ellos, unos especialmente feroces, los berserker del mundo antiguo escandinavo, guerreros terribles, que saltaban al combate semidesnudos, cubiertos de pieles (la palabra berserk significa "camisa de oso") en estado de trance, poseídos por un furor sagrado, sin que "el hierro les pudiese herir ni el fuego quemar". Aullando como bestias, los berserker se lanzaban al combate con la boca espumeante y mordiendo salvajemente sus escudos. Su sola presencia aterrorizaba a sus rivales. Existían diferentes categorías entre ellos: algunos eran guerreros oso; otros, no menos terribles, eran conocidos como ulfhednar ("pellejos de lobo"), guerreros lobo.

Cuentan las leyendas vikingas que en todo “ejército” nórdico existía un grupo de doce soldados llamados berserkers, que tenían la capacidad de no sufrir heridas y seguir luchando durante días con el mismo ímpetu que al empezar la batalla. No existen grandes precisiones sobre el origen de los berserkers. Algunos los creen integrantes de una secta seguidora de Odín, adoradores de osos o lobos, otros creen que eran simples elegidos. Lo único seguro es que su resistencia al cansancio y al dolor provenía de la ingesta de un hongo que los sumía en un estado de paroxismo en el que prácticamente no distinguían entre amigos y enemigos. Cuando morían, tenían un lugar privilegiado en el Valhalla, el paraíso de los vikingos, a la derecha de su amado Odín.

Tras la batalla el frenesí se esfumaba y su agotamiento se hacía palpable. Ese era el único momento en que se les podía vencer.

Eran muy solicitados en tiempo de guerra, aunque los vikingos en general no les consideraban compañeros de armas, ya que su tipo de actuación poco tenía que ver con la ética del guerrero, donde primaban los conceptos de lealtad y fidelidad, astucia e inteligencia.

No es de extrañar que debido a su apariencia (envueltos en pieles de animales) y su fiero modo de actuar en la batalla se les considerara mitad hombre mitad bestia y fueran uno de los pilares a la hora de crear la leyenda de los hombres lobo.

El Poder de la Bestia

Con el tiempo, los berserker acabarían convirtiéndose en guerreros feroces ansiosos de sangre capaces de llevar a cabo todo tipo de crímenes y desmanes, pero en un principio fueron castas de guerreros magos consagrados a Odín, cuyo nombre procede de un vocablo, ódr, que viene a significar furia, éxtasis, sabiduría mágica e inspirada.

Los rasgos chamánicos de Odín son muy intensos. Entre sus poderes se haya el cambiar de forma y viajar por todos los mundos. Sus compañeros, o quizá deberíamos decir sus espíritus ayudantes, son dos cuervos y dos lobos, Gere y Freke, literalmente "glotón" y "voraz". En el mito odínico, se mezclan la guerra, la caza y el poder chamánico, sobre todo en la figura de la "Cacería salvaje", una imagen nórdica de la tormenta como una tremenda y estruendosa partida de caza contra las fuerzas del mal encabezada por Odín, montado sobre Sleipnir, su caballo de ocho patas, y seguido por las doncellas guerreras, las valkyrjur; los muertos caídos en combate, los einherjar; y una multitud de lobos y seres sobrenaturales.

Si morían en combate iban directamente a su "paraiso" esto unido al hecho de encontrarse bajo el efecto de bayas alucinogenas les borraba el miedo.

Todavía en una fecha tan tardía como 1691, en la Europa del nordeste quedaban restos de los antiguos cultos y creencias en hombres-lobo asociados a los poderes odínicos de la luz. Se detectan incluso sociedades secretas de hombres-lobo dedicados a combatir brujas y demonios. Así se desprende de las declaraciones del anciano Thiess, un hombre-lobo lituano, efectuadas durante el juicio celebrado contra él en Jürgensburg en 1691. Thiess confesó que él y sus compañeros, se transformaban en lobos tres noches al año para combatir al diablo hasta "el fin del mar", es decir, el infierno. Según él, su nariz rota se debía a un golpe recibido en un combate que, en una de esas ocasiones en las que perseguían a los agentes del infierno, había tenido con cierto mago negro llamado Skeistan.

Según el anciano, cuando los hombres-lobo mueren van al cielo, y si no fuera por su intervención, el diablo asolaría la tierra, ganados y cosechas, explicó Thiess, quien afirmaba que tanto los hombres lituanos como los alemanes y rusos odiaban al diablo y se consideraban los "perros de Dios". Su convencimiento de que el oficio de su sociedad era completamente benéfico para la humanidad era tal que cuando los inquisidores intentaron convencerles de que todos los hombres-lobo habían hecho un pacto con el diablo, el anciano les contradijo enérgicamente y llegó a afirmar que sus acciones eran de mayor provecho que las del sacerdote.

Testimonio parecido dio un joven en Riga, quien afirmaba que en su condición de lobo había combatido contra brujas. Algunas personas sabían cuál era su condición. En una fiesta, el joven se desmayó. Al día siguiente, a quienes le habían reconocido como hombre-lobo, les relató que había caído en trance y estuvo combatiendo durante el mismo con una bruja presente en la celebración.

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