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miércoles, 21 de febrero de 2018

La Cucamala, leyendas del cerro

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El Valle del Elqui místico y alucinante, esta plagado de mitos y leyendas cósmicas y terrenales. Cuentan los arrieros y ganaderos trashumantes de esta tierra, violenta en lo que a clima se refiere, que ellos en particular le temen mucho a la aparición de La Cucamula, (bestia del infierno), porque cuando se siente su relincho lastimero y penetrante el año será seco, pobre en lluvias tan necesarias para el campo y los pastizales de la alta cordillera, incluyendo también las llanuras de pastoreo de la costa.
 El mito data de tiempos inmemoriales, cuentan los arrieros que ya tienen sus sienes blanqueadas por el tiempo, que esta bestia es una mula con alas, como un pegaso, caballo de la mitología griega, pero en versión Elquina, (opuesta al mítico caballo griego, que donde pisaba el agua brotaba mágicamente de sus huellas), de pelaje rosillo, un tanto flacuchenta, de ojos rojos como brasas ardientes,(algunos aseguran que tiene rostro de mujer), rematando en sus pezuñas con dos pares de herraduras plateadas, muchos aseguran haber visto la cucamula, alzando su vuelo desde los encarpados picachos de la cordillera, relinchando y agitando sus alas inmensas perdiéndose por alguna de las tantas quebradas,que forman la trama del valle elquino.
 Se cuenta en los descansos que se toman los ganaderos, en su eterno ir y venir de la costa a la cordillera y viceversa, alimentando la ruta blanca del queso, que en el otoño del año ’67, La Cucamula se vio y se sintió en varias ocasiones en la entrada de la cordillera de Tapalca, en el sector de Chapilca, como también aseguraba don Pedro Torres, uno de los mas antiguos y experimentado ganaderos de la región, haber visto la cucamula al remontar la línea de la cordillera de los Cuartitos. Ese año fue catastrófico para los ganaderos, especialmente para los que se dedican al ganado caprino, las lluvias fueron totalmente nulas en el Valle de Elqui y el sector costero de la región de Coquimbo, la sequía asoló los campos y pastizales de la comarca dejando a su paso pestes, miseria y muerte, según cuenta don Cholo Aguirre, antiguo ganadero de la localidad de Chapilca, que ese año fue tan malo para todos, que ellos, los ganaderos, tuvieron que hacer todo lo posible para salvar parte de su ganado del azote de la sequía.
 Apartaron y cuidaron tres pares de animales para comenzar de nuevo el ciclo de la vida, emulando sin saberlo el Arca de Noé.
 Pero para doblegar el temple de acero de los hombres de esta tierra desconocida para muchos mortales, es necesario tal vez muchas desgracias juntas, ya que han acuñado un dicho popular que dice “a mal tiempo buena cara”.

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