Miles de personas en todo el mundo afirman haber sido secuestradas por seres de otro planeta. Sus testimonios han dado origen a un fenómeno que se estudia en el contexto de la ufología: la abducción. Pero ¿qué hay de cierto en todo ello? ¿Qué explicación médica, si es que la hay, pueden tener las supuestas abducciones?
¿Qué duda cabe de que los supuestos secuestros de seres humanos por parte de alienígenas, sean ciertos o no, constituyen uno de los fenómenos más apasionantes del siglo XX. Sin embargo, acercarse a un tema tan susceptible de fraude o engaño supone adentrarse en un terreno pantanoso, plagado de peligros, que intentan evitar incluso los más osados ufólogos por miedo a caer en el descrédito o el ridículo. Podría decirse que las abducciones son unos molestos “visitantes del dormitorio” de la ufología. En las siguientes líneas intentaremos aportar un poco de luz al asunto desde un punto de vista estrictamente científico, aunque ya les adelanto que nos resultará imposible determinar si las abducciones son un fenómeno real o no.
Dado que no existen más pruebas que los testimonios de quienes afirman haber vivido una experiencia de este tipo, únicamente podremos intentar clarificar si dichos testimonios obedecen a una experiencia real o si están mediatizados por la experiencia de otros. Si lo están, no tienen ningún valor como prueba de la existencia de abducciones alienígenas. Serán simplemente repeticiones de las historias de otros, aunque resulten muy convincentes tanto para el que las escucha como para el que las cuenta.
Un viaje accidentado
La primera vez que el público oyó hablar de abducciones fue en 1966, cuando el periodista John Fuller publicó El viaje interrumpido (The Interrupted Journey), en el que recogió la supuesta abducción sufrida por el matrimonio Hill la noche del 19 de septiembre de 1961 mientras regresaba a su hogar en Portsmouth (New Hampshire, EE.UU.), conduciendo por la ruta número 3 a través de las White Mountains. La revista Look publicó extractos del libro en sus números del 4 y 11 de octubre de ese año acompañados de una gran campaña publicitaria que hizo que la publicación vendiera más ejemplares que en toda su historia y que convirtió inmediatamente al libro en un best seller con numerosas reediciones.
Los posteriores relatos de abducciones fueron muy similares al de los Hill: el abducido es capturado y llevado a bordo de un platillo volante; es desnudado y tumbado sobre una camilla; es examinado mediante instrumentos especiales, prestando especial atención a sus órganos reproductores; es paseado por la nave; se le transmiten instrucciones o algún tipo de mensaje y, finalmente, es devuelto al lugar en el que se le capturó después de haberle borrado el recuerdo de su experiencia, que será más tarde recordada mediante el uso de la hipnosis regresiva.
Es entonces cuando el abducido empieza a preocuparse por ese “tiempo perdido”. En 1965 la respetada revista británica Flying Saucer Review publicó el caso del brasileño Antonio Villas Boas, que afirmaba haber sido abducido la noche del 16 de octubre de 1957 y obligado a mantener relaciones sexuales con una alienígena. En la década de 1970 otra serie de casos atrajo la atención del público. En 1973 se conoció el de Charles Hickson y Calvin Parker, que decían haber sido abducidos mientras pescaban en el río Pasacagoula (Mississippi, EE.UU.). 1975 fue el año en el que Travis Walton fue presuntamente abducido en el Parque Nacional de Sitgreaves (Arizona, EE.UU.), y en el que la NBC emitió el telefilme de dos horas de duración The UFO Incident (El incidente OVNI), basado en el libro de Fuller. Emitido el 20 de octubre de 1975 y repuesto el 9 de septiembre de 1976, en ambas ocasiones en horario de máxima audiencia, fue visto por millones de personas.
En los dos años siguientes se denunciaron más de cien casos de abducciones. En 1978 se publicó The Walton Experience, escrito por el propio abducido, y The Andreasson Affair, en el que el investigador Raymond Fowler recogió el caso de Betty Andreasson, supuestamente abducida el 25 de enero de 1967 en el salón de su propia casa en Ashburnham (Massachussets, EE.UU.). En 1980 apareció The Tujunga Canyon Contacts, de Ann Druffel y Scott Rogo, un libro en el que se contaba la historia de cinco mujeres abducidas durante más de dos décadas. Todo ello hizo que los ufólogos empezaran a tomarse el tema muy en serio durante la siguiente década.
Tiempos perdidos
Uno de ellos fue Budd Hopkins. En su libro Missing Time (1981) popularizó el término “tiempo perdido” e hizo que muchos de sus lectores acabasen reflexionando sobre la posibilidad de haber sufrido ellos mismos una experiencia similar a la que se recogía en los siete casos descritos minuciosamente en su obra: “Son historias que pueden sucederle a cualquiera: a sus vecinos, a sus seres queridos e, incluso, a usted”, advertía la publicidad. En 1987, Whitley Striber, el afamado autor de novelas de terror como El ansia (The Hunger, 1981), contó su propia experiencia en Communion: A True Story, que se posicionó en el número uno de la lista de los best sellers de “no ficción” del New York Times y del Washington Post.
Ese mismo año el folclorista Thomas E. Bullard realizó un estudio para la Fund for UFO Research en el que registró más de 300 casos de abducciones y Hopkins publicó Intruders, una obra en la que relataba casos tan espantosos como el de Kathy Davis, que había quedado embarazada después de ser abducida y cuyo feto le había sido extraído a los pocos meses por los alienígenas. Hopkins y Strieber fueron quienes hablaron por primera vez de lo que luego se conoció como “visitantes de dormitorio”. Como consecuencia de la atención prestada al tema, el número de casos notificados aumentó considerablemente. En 1992 el historiador David M. Jacobs publicó el informe Secret Life: Firtshand, Documented Accounts of UFO Abductions, en el que afirmaba que el objetivo de las abducciones era la hibridación.
Ese mismo año The Roper Organization –que contaba con Jacobs y Hopkins como asesores– realizó una encuesta a 6.000 estadounidenses y llegó a la conclusión de que 1 de cada 50 presentaban signos de haber sido abducidos. Extrapolando la cifra al total de la población, el número podría haber sido de ¡unos 6.000.000! Con el patrocinio del millonario Robert Bigelow, se enviaron copias de dicho informe a todos los miembros de la American Psychia- tric Association, es decir, a psiquiatras, psicólogos y profesionales de la salud mental de todo Estados Unidos.
El fenómeno ganó credibilidad con la publicación en 1994 de la obra Abduction: Human Encounters with Aliens, en la que el psiquiatra, profesor en Harvard y premio Pulitzer, John E. Mack, que había acompañado a Hopkins en sus numerosas sesiones de hipnosis a supuestos abducidos, analizó un centenar de casos. Se trató de la primera obra del género respaldada por un científico con unas impresionantes credenciales académicas.
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